Si la primera víctima de la guerra es la verdad, la segunda es la complejidad, añade el investigador sueco y activista por la paz Jan Oberg en una entrevista donde analiza los recientes acontecimientos en Europa y Gaza.
opinión
En algún momento, los habitantes de La Paz cedieron su espacio vital a una larga lista de grupos corporativos, sindicatos, autoridades, policías y militares. Pocas ciudades enfrentan tantos tormentos cotidianos, la mayoría de los cuales son evitables. Hace una semana, los extraños movimientos de vehículos militares y de uniformados en la principal plaza subieron la tensión ciudadana al borde de un ataque de nervios.
Bolivia se ha caracterizado a lo largo de su historia por los golpes de Estado, a tal extremo que es difícil contabilizarlos, pero se estima que fueron alrededor de un centenar. En los albores de la república, desde el motín contra el Mariscal Sucre, empezaron los golpes y no se han detenido hasta la semana pasada, en esa graciosa algazara que comenzó preocupando a la gente y concluyó divirtiéndola en la puerta del palacio de gobierno en medio de curiosos y de vendedores de dulces y helados.
A finales del 2023 publiqué un libro que titulé La decadencia. Apuntes sobre una izquierda extraviada (Editorial 3600). En aquel documento recogía mis impresiones expresadas en columnas de opinión en los últimos dos años. En la introducción escribía:
La razón de Estado o la verdad en el "Caso 26 de Junio"
Los hechos acontecidos el 26 de junio de 2024, lamentablemente, queramos o no, lejos están de ser investigados con meridiana imparcialidad por el órgano judicial, habida cuenta - valga la redundancia - de una falta de praxis ajustada a derecho del sistema penal boliviano que es de conocimiento público.
Te gustaba decir que las buenas personas mueren de manera súbita, según la tradición que te contaba tu madre. Con eso quiero quedarme, querido Cándido Tancara, como consuelo por tu inesperada partida. Por haber sido un hombre bueno, moriste de manera repentina, cuando nadie lo esperaba y cuando los médicos te habían dicho que tus aflicciones gastrointestinales no eran serias. Pero, como ocurre a veces, tu corazón decidió dejar de latir de improviso.
El tilinazo, coroneles bobalicones y la ll’unkucracia [auto]golpista
El pasado 26 de junio, los bolivianos fuimos testigos de un nuevo “evento histórico”. A través de transmisiones en vivo, vimos cómo un vehículo blindado destruía la puerta del Palacio Quemado. Minutos antes, militares del Ejército y también de la Armada ocuparon el perímetro del Kilómetro 0 de la ciudad de La Paz, desalojando a las personas que se encontraban en el lugar, excepto a autoridades de gobierno que oportunamente se encontraban en el sitio y que, a través de redes sociales, denunciaban que se suscitaba un nuevo “golpe de Estado”.
Ojeé hace unas semanas la entrevista en El País a la diseñadora de modas Elena Benarroch, pese a que dejé de leer ese medio español desde que se convirtió en un panfleto sanchista. Aun así, me llamó la atención el titular entrecomillado: “Es una gilipollez pensar que si eres rico no puedes ser de izquierdas”.
José María del Pueblo, el contrabando no es el problema
Querido José María, me dijiste que estuviste en la marcha hacia La Paz junto a otros gremialistas, pidiendo la renuncia de las autoridades interinas de impuestos y aduana, y arancel cero para las importaciones de productos que no producimos en el país. Quiero felicitarte por eso.