El Movimiento al Socialismo, en estas últimas dos décadas, ha profundizado rasgos propios del autoritarismo en sus más variadas formas. Esta afirmación tiene más verdad cuando contrastamos tal afirmación con los elementos de la democracia.
Más del golpe
A finales del 2023 publiqué un libro que titulé La decadencia. Apuntes sobre una izquierda extraviada (Editorial 3600). En aquel documento recogía mis impresiones expresadas en columnas de opinión en los últimos dos años. En la introducción escribía:
Artículos y Opinión04 de julio de 2024 Hugo José Suárez“Sostengo la tesis de que, a partir de 2020, vivimos un nuevo ciclo de descomposición del sentido de lo público, del ejercicio de la política, de las condiciones para pensarnos en común. Prima la estrechez de los actores, la mezquindad de las demandas, la miseria de las estrategias, la disolución de la agenda colectiva. Es el apogeo del pragmatismo radical, del uso del Estado para el ascenso social, para la consolidación de un grupo en el poder y para el fortalecimiento de sus principales tentáculos, todo barnizado con un lenguaje altisonante de socialismo, izquierda e igualdad, que en realidad oculta intereses personales o sectoriales. Es un tiempo oscuro, desolador, desdichado”.
Hoy podemos ver con mayor claridad que el pleito por el poder, así, puro y duro, ha tocado extremos. Se terminó la era de la gestión política unipersonal y estamos transitando hacia un régimen bipolar no resuelto. Luego de los acontecimientos militares de los días pasados, lo escrito hace unos meses me resuena con mayor contundencia, casi como perversa profecía.
¿Qué pasó exactamente el 26 de junio a mediodía en la plaza Murillo? No lo sabemos y no lo sabremos. En política hay al menos tres dimensiones que tomar en cuenta: los hechos, su capitalización o no por parte de los actores en cuestión, y los arreglos ocultos, subterráneos, los pactos que nunca saldrán a la luz. Lamentablemente, hay períodos en los cuales la bruma es mayor, y sólo queda la especulación. Estamos en un tiempo en el que la niebla es tan densa que con dificultad vemos dos metros adelante, detrás de la cortina todo puede pasar.
Si bien los tratos “en lo oscurito” le pertenecen a la vida política desde siempre, ahora parece ser el recurso primordial para gobernar, para hacer lo que el poder quiere, y que parezca que es otra cosa. Así, todo queda a merced de la narrativa con la cual se explique lo sucedido. Importa menos lo que pasó, y más lo que se dice que pasó. Lo sé, no digo nada nuevo, los teóricos hablan de la “pos-verdad”, o como decía un colega en El País hace algunos días, asistimos al Imperio de las mentiras.
La incertidumbre en la interpretación es, en parte, el resultado del patrón que instaló el MAS luego de los sucesos del 2019. Su empeño en consolidar la tesis del “golpe” que les permitiera salir ilesos de sus tropelías, desplazó la disputa política hacia la confrontación de narrativas, olvidando los hechos, escondiendo y maquillando la verdad. Otra vez, no importó qué sucedió, sino qué se dijo que sucedió. En esa tarea, el gobierno movilizó toda su artillería y las redes internacionales para que todos creyeran una gran farsa, que efectivamente hubo un “golpe”.
Hoy dejamos atrás la dupla “golpe” vs “fraude”, pero estamos en un escenario similar: el despliegue militar de la semana pasada ¿fue un “intento de golpe” o fue un “autogolpe”? El gobierno apunta a la primera tesis, y varios sectores de la población apuestan por la segunda. En cierto sentido, el MAS le está pasando la factura al propio MAS: es el riesgo de reducir la historia a la interpretación, someter la verdad al capricho del gobernante.
Ahora estamos en una coyuntura distinta porque el masismo está fracturado y no puede consolidar una sola narración. Las declaraciones son contradictorias en el límite del delirio: para Arce, Evo es fascista; para Evo, Arce es mentiroso y de derecha; Milei y Evo levantan una misma bandera; Arce retoma críticas “pititas” para descalificar a Evo, quien revira con los mismos argumentos, también “pititas”, para mostrar la ineficacia y corrupción del Gobierno; el que hasta hace poco era vocero del presidente Arce, desempolva lo que se le dijo hasta el cansancio a Evo en el 2019, pero ahora dirigido a su antiguo jefe: “deja la locura de la reelección”. Y entre tanto la población mirando un tan triste como irresponsable espectáculo.
Retomo la tesis de mi libro: estamos en un proceso de decadencia de la política (y de la economía, y de la ecología, y de la sociedad). ¿Qué salidas? No faltarán quienes con religiosa convicción apuesten a una epifanía salvadora, tampoco escasean los que promueven salidas autoritarias o soluciones mágicas.
Triste período de manoseo de las certezas, de reinado de las verdades a medias, de las mentiras disfrazadas. Estamos en manos de quienes probaron “la yerba del diablo que malogra a los hombres”, como diría Carlos Castaneda de aquellos que sucumbieron al poder y se volvieron “dominantes y caprichosos”. No hay hacia dónde mirar. Es el tiempo del sinsentido en la política.
Hugo José Suárez, investigador de la UNAM, es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua.
Originalmente publicado en Brújula Digital.
La sede de gobierno, a principios de 2024, mostró la incapacidad de las autoridades en gestión de riesgos. Prueba de ello es que la gestión de Iván Arias apenas gastó el 4,6% (261,0 millones de Bs.) del presupuesto entre los años 2021 y 2023; las gestiones de Luis Revilla, en cambio, gastaron el 7,9% (635,6 millones de Bs.) y el 5,1% (612,7 millones de Bs.), mostrando de manera clara que es fundamental el gasto en gestión de riesgos.
Bolivia entra al Mercosur en un contexto de conflicto diplomático
Esta semana se promulgó la Ley de Ratificación del Protocolo de Adhesión del Estado Plurinacional de Bolivia al Mercosur, el más importante proceso de integración de América del Sur. El trámite seguirá los pasos establecidos en el Tratado de Asunción de 1991 y esta próxima semana se hará el depósito de la ratificación en la secretaría del bloque, con sede en Asunción, Paraguay.
Si la primera víctima de la guerra es la verdad, la segunda es la complejidad, añade el investigador sueco y activista por la paz Jan Oberg en una entrevista donde analiza los recientes acontecimientos en Europa y Gaza.
En algún momento, los habitantes de La Paz cedieron su espacio vital a una larga lista de grupos corporativos, sindicatos, autoridades, policías y militares. Pocas ciudades enfrentan tantos tormentos cotidianos, la mayoría de los cuales son evitables. Hace una semana, los extraños movimientos de vehículos militares y de uniformados en la principal plaza subieron la tensión ciudadana al borde de un ataque de nervios.
Bolivia se ha caracterizado a lo largo de su historia por los golpes de Estado, a tal extremo que es difícil contabilizarlos, pero se estima que fueron alrededor de un centenar. En los albores de la república, desde el motín contra el Mariscal Sucre, empezaron los golpes y no se han detenido hasta la semana pasada, en esa graciosa algazara que comenzó preocupando a la gente y concluyó divirtiéndola en la puerta del palacio de gobierno en medio de curiosos y de vendedores de dulces y helados.
La razón de Estado o la verdad en el "Caso 26 de Junio"
Los hechos acontecidos el 26 de junio de 2024, lamentablemente, queramos o no, lejos están de ser investigados con meridiana imparcialidad por el órgano judicial, habida cuenta - valga la redundancia - de una falta de praxis ajustada a derecho del sistema penal boliviano que es de conocimiento público.
Analistas consideran que el alzamiento reflejó la fragilidad de la democracia boliviana y ahondó la polarización
A una semana del alzamiento militar que tomó la plaza Murillo, analistas consideran que lo ocurrido no trajo cambios estructurales, pero sí profundizó una división en la sociedad y reflejó la fragilidad democrática del país.
El gran mercado desaprovechado de los Estados Unidos de América
Hace poco más de diez años escribí, desde lo más profundo de mi corazón, una columna titulada “La amenaza verdadera”, basada en el Foro “Claves para una Economía Innovadora, próspera e inclusiva” al que gentilmente fui invitado por CAINCO (29/AGO/2013); me referí a la Conferencia “Innovación para el desarrollo – Políticas públicas exitosas para países emergentes” ofrecida por el Dr. Juan Enríquez Cabot, de la Universidad de Harvard, científico y asesor de varios gobiernos, co-fundador de Synthetic Genomics, y a su gran sentencia: “La competencia para nuestros países no será Estados Unidos”.