Los rebeldes declaran a Siria libre de Bashar al-Assad tras la toma de Damasco

La culminación de una revolución

La coalición rebelde anunció que la revolución siria, iniciada en 2011, ha pasado de la fase de lucha para derrocar al régimen a la etapa de construcción de un nuevo país. “La gran revolución siria avanza hacia la construcción de una Siria digna de los sacrificios de su pueblo”, afirmó el comunicado de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la organización islamista que lidera la rebelión.

Tras una ofensiva relámpago que comenzó el 27 de noviembre desde la provincia de Idlib, las fuerzas insurgentes lograron capturar en apenas 11 días las principales ciudades del país, incluyendo Homs y, finalmente, Damasco. Este colapso del régimen ha sido atribuido a la pérdida del apoyo militar y político de aliados clave como Rusia e Irán.

La huida de Assad

Bashar al-Assad, quien gobernó Siria durante casi 25 años, abandonó la capital en un avión hacia un destino desconocido, según informes de Reuters y Al Jazeera. Su partida marca el colapso definitivo de un régimen que enfrentó protestas pacíficas en 2011, transformadas en una guerra civil de 13 años que dejó cientos de miles de muertos y millones de desplazados.

El avión que transportaba a Assad despegó de Damasco, pero desapareció del radar cerca de Homs, ahora bajo control rebelde. Aunque no hay confirmación oficial, se especula que el líder huido podría haber intentado llegar a las provincias costeras de Tartus y Latakia, el feudo tradicional del régimen alauí.

Transición política en marcha

El primer ministro sirio, Mohammed Ghazi al-Jalali, quien permanece en Damasco, declaró estar dispuesto a cooperar con cualquier liderazgo elegido por el pueblo sirio. “Siria puede ser un país normal que construya buenas relaciones con sus vecinos y el mundo”, dijo en un discurso transmitido por redes sociales.

La coalición rebelde confirmó que trabaja en la formación de un cuerpo de gobierno transitorio con plenos poderes ejecutivos. Este órgano será responsable de gestionar la reconstrucción del país y de organizar un proceso político inclusivo que garantice la participación de todas las facciones.

Celebraciones en las calles y el simbolismo de Sednaya

Miles de ciudadanos sirios salieron a las calles de Damasco para celebrar el fin del régimen. Las imágenes muestran multitudes coreando “¡Siria es libre!” mientras ondean banderas y derriban estatuas de Bashar y Hafez al-Assad. La liberación de la prisión de Sednaya, infame por sus torturas y ejecuciones, se ha convertido en un símbolo de la victoria rebelde. Los prisioneros liberados, algunos encarcelados por más de una década, fueron recibidos con vítores y lágrimas.

Reacciones internacionales

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, reaccionó a las noticias afirmando que Assad había huido tras perder el respaldo de Rusia. “Assad se fue”, escribió en su plataforma Truth Social. “Su protector, Rusia, liderada por Vladimir Putin, ya no estaba interesada en protegerlo”. La declaración subraya el giro en la postura de Moscú, que anteriormente brindó un apoyo crucial al régimen sirio pero que se ha mostrado reticente a intervenir en los últimos días.

El vacío de poder y los desafíos por venir

A pesar de las celebraciones, Siria enfrenta enormes desafíos. La infraestructura del país ha sido devastada, y las divisiones étnicas, religiosas y políticas son profundas. La comunidad internacional, que inicialmente apoyó a diferentes bandos en el conflicto, ahora llama a un esfuerzo conjunto para estabilizar la nación.

Turquía, Qatar, Rusia e Irán, anteriormente en lados opuestos del conflicto, emitieron un comunicado conjunto instando a una solución política inclusiva. Sin embargo, las rápidas victorias rebeldes han complicado cualquier posibilidad de negociación.

El fin de una era

La caída del régimen de Assad marca el final de una era de autoritarismo que comenzó con Hafez al-Assad en 1971. La familia gobernó Siria con mano de hierro durante más de cinco décadas, aplastando disidencias y consolidando un régimen basado en el control absoluto y la represión.

Para millones de sirios, tanto dentro como fuera del país, el derrocamiento de Assad representa una oportunidad de reconstruir su nación desde cero. Sin embargo, el camino hacia la paz y la estabilidad será largo y lleno de obstáculos.