El nuevo desorden global y la posible vuelta de Trump

Un amplio reportaje en The Economist, habla por sí solo: el Foro Económico Mundial de este año, celebrado entre el 15 y el 19 de enero, ha sido un escaparate del nuevo desorden global. La asistencia limitada de China, adherida estrictamente al dogma del Partido Comunista, la ausencia de los oligarcas rusos, y el optimismo de India y Arabia Saudita ante un mundo multipolar, marcan una era de incertidumbre y transformación geopolítica.

Mundo23 de enero de 2024RedacciónRedacción
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Este panorama se ve empañado por la creciente posibilidad de un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, un escenario acercado por su reciente victoria en el caucus de Iowa y el retiro de Ron DeSantis de la carrera republicana. Este contexto ha generado inquietud a nivel internacional, especialmente debido a la preocupación sobre la democracia estadounidense, exacerbada por las redes sociales. A diez meses de las elecciones presidenciales, el mundo se prepara para las posibles repercusiones de un segundo mandato de Trump, que podría incluir tarifas comerciales elevadas, el abandono de Ucrania y Taiwán, un enfoque transaccional con aliados y enemigos, y un deterioro adicional del orden global basado en reglas.

Cabe destacar que todo cambio de administración en EE. UU. trae discontinuidades en la política exterior. La transición de una administración Biden a una administración Trump sería particularmente abrupta, teniendo en cuenta la gran diferencia en sus posiciones políticas y el contexto global caótico actual, marcado por un número creciente de conflictos armados. La administración Biden ha intentado redefinir el rol de EE. UU. a nivel global, con un enfoque más selectivo en el comercio, la seguridad económica y el despliegue de fuerzas militares. A pesar de sus esfuerzos por revitalizar alianzas y apoyar a Ucrania, el orden mundial continúa su declive, con crecientes tensiones en Medio Oriente, África y Afganistán, y un aislacionismo persistente en la política y opinión pública estadounidenses.

Ante la proximidad de las elecciones, los funcionarios de Biden aseguran que no perciben una "cobertura de apuestas" por parte de sus contrapartes extranjeras. Sin embargo, el acercamiento de una potencial presidencia de Trump plantea dudas sobre la viabilidad a largo plazo de los compromisos actuales, incluyendo la solución de dos estados en Medio Oriente. Los gobiernos del mundo comienzan a idear planes alternativos para un EE. UU. bajo la dirección de Trump, quien posiblemente adoptaría políticas más agresivas y menos tolerantes a la obstrucción oficial.

La presidencia de Trump podría ser favorable para ciertos políticos y países alineados ideológicamente con él, como Netanyahu en Israel, Viktor Orban en Hungría, y Muhammad bin Salman en Arabia Saudita. Modi en India también anticipa una continuidad en las políticas y menos críticas sobre las libertades civiles. Curiosamente, incluso algunos aliados occidentales parecen no preocuparse, como lo indica Scott Morrison, ex primer ministro de Australia.

Sin embargo, el estilo impredecible de Trump dificulta las predicciones. Los aliados probablemente serán vistos como cargas, y podrían enfrentar un trato crítico y presiones por desequilibrios comerciales o gastos militares insuficientes. Algunos, como Alemania, ya están tomando medidas para mejorar su posición frente a estos indicadores.

El abandono de Taiwán y Ucrania por parte de Trump tendría consecuencias profundas para las alianzas estadounidenses. En cuanto a los adversarios, es probable que Trump emplee una mezcla de amenazas y disposición a realizar acuerdos significativos, aunque su enfoque disruptivo aumenta el riesgo de cálculos erróneos.

Para aquellos países que no son ni aliados cercanos ni adversarios, Trump podría considerarlos irrelevantes. Bajo su presidencia, es probable que se observe una erosión adicional de las reglas globales en todos los ámbitos, desde el comercio hasta los derechos humanos, lo que podría agravar los conflictos en los países más pobres y debilitar las instituciones globales.

En resumen, si Trump gana en 2024, su inauguración en enero de 2025 deja poco tiempo para compromisos significativos por parte de la administración Biden. Esto podría crear un vacío a medida que EE. UU. se retira de sus responsabilidades globales, con solo 12 meses para que el mundo se prepare para esta eventualidad.

Con información de The Economist

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